POESÍA 2

La naturaleza de los Ángeles

Medianoche en el desierto y todo está bien. 
Eso me dije a mí mismo y así es, 
o no es, 
no lo he decidido todavía.
No importa el aullido de los coyotes o 
la reducida luz.
La santidad reclama mis ojos cansados
cuando devuelvo la mirada a las estrellas.
Parecen inquietas, pero tal vez son
sólo manchones de tinta y soy yo
quien está inquieto en verdad.

Hay algo aquí que me revoca.
En su abundancia estoy ausente. 
Entonces grité a los espíritus del desierto, 
cuéntenme sus secretos,
o yo les contaré mis penas.

Los espíritus se alinearon rápidamente entonces.
Alas revoloteando.
Corazones en movimiento.
Oí muchas voces volverse una
y le habló al cielo sin hojas
como un dogma a la tierra.

No tenemos ningún secreto.
Somos simplemente ventanas a tu futuro.
Cuál es el ahora y cuál es el después
es la pregunta que respondemos.
Pero tú haces la pregunta.
Si tenemos un secreto
no es nada animado por palabras
o hablaríamos comúnmente.

Me dirigí a la voz,
¿qué sabiduría hay en eso?
Si las palabras no pueden expresar su sabiduría secreta,
entonces estoy sordo y ustedes mudos y estamos ciegos.
al menos puedo decir mis penas.

De nuevo las alas revolotearon
y las voces se levantaron
esperando que las penas no se derramasen
como sangre en el desierto.

Pero no hubo más sonidos 
excepto el coyote y el búho.
Y entonces una extraña resolución invadió mi visión.
Sentí una presencia como si un ángel enorme
esculpido en piedra estuviera detrás de mí.
No pude girar por miedo a que su pérdida derramara mis penas.
Pero la presencia cada vez mayor era demasiado poderosa como para ignorarla
así que giré para confrontarla,
y allí estaba un coyote embaucador
mirándome con ojos de vidrio
pintando mi fuego, olfateando mi miedo,
y alejando mi pena en la intimidad.
Y entonces entendí la naturaleza de los ángeles.



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